Predestinación

La perdición y la salvación están ligadas a los caminos, no a los hombres

La perdición y la salvación están ligadas a los caminos, no a los hombres

El término «conduce» utilizado en la parábola de los caminos presenta la función que el camino desempeña, es decir, conducir a un destino al que entra por la puerta.

La perdición es el destino del camino espacioso, y la salvación es el destino del camino estrecho.

Como son los caminos que poseen destinos (salvación y perdición), a través de la parábola Jesús excluye cualquier concepto de sina, determinismo o fatalismo cuando al futuro de los hombres.

Después de analizar La parábola de las dos puertas y de los dos caminos, el lector será capaz de decir si Dios predestinó a algunos hombres a la salvación y el resto a la danza eterna.

«Entra por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que conduce a la perdición, y muchos son los que entran por ella; Y porque estrecha es la puerta, y apretado el camino»

Cuando anunció el reino de los cielos en el Sermón de la montaña, Jesús instruyó a sus oyentes a entrar en la puerta estrecha. «Entra por La puerta estrecha» (MT 7:13).

Jesús es la puerta estrecha por la cual los justos habrían de entrar, pues Él mismo dijo:

«Yo soy La puerta, si alguien entra por mí, se salvará, y entrará, y saldrá, y hallará pastizales» (Jn 10: 9).

El salmo 118 es mesiánico y presenta a Cristo como la puerta de los justos, así como Él es la piedra angular, la piedra de esquina, el siervo herido, la diestra del Altísimo, la Luz que vino al mundo, el Bendito que viene en el mundo el nombre del Señor y la víctima de la fiesta.

«Esta es la puerta de Jehová, por la cual los justos entrarán» (Sal 118: 15 -27).

Pero, ¿por qué es necesario entrar por Cristo? ¿Cómo entrar por Cristo?

Jesús presentó tres motivos por los que es imprescindible entrar por la puerta estrecha:

«… porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que conduce a la perdición, y muchos son los que entran por ella» (MT 7:13).

  • La puerta es ancha;
  • Da acceso al camino de perdición, y;
  • Muchos entran por Ella.

 

Identificando la puerta ancha

La parábola presenta solamente dos puertas y, con relación a las puertas, Jesús se presenta como la puerta estrecha «Porfié por entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos procurar entrar, y no podrán» (Lc. 13:24 -25 Jn 10: 9).

La Biblia no contiene una definición explícita de la puerta ancha, pero a través de Cristo, puerta estrecha, es posible determinar lo que es, o quién es la puerta ancha.

Hay varias concepciones que presentan algunos candidatos para ocupar el ‘cargo’ de puerta ancha, sin embargo, debemos considerar una justa posición entre la figura de la ancha y la figura de la estrecha, de modo que, hay cuestiones a ser satisfechas para un ‘candidato’ a la puerta ancha se encuadra perfectamente en la figura.

Si la puerta estrecha, que es Cristo, es un hombre, se sigue que la figura de la puerta ancha debe hacer referencia a un hombre.

Si la puerta estrecha es cabeza de una nueva generación, la puerta ancha también debe hacer referencia a la cabeza de una generación.

Muchos indican el diablo para el cargo de puerta ancha, sin embargo, él es un ángel caído (no es un hombre), y cómo no puede traer la existencia seres semejantes a él, luego, no puede ser cabeza de una generación.

El diablo no se encuadra en la justa posición que hay entre las figuras de la puerta ancha y de la puerta estrecha (Lc 20:35 -36).

El pecado, a su vez, dice de una condición a la que el hombre está sujeto, o sea, alienado de Dios, por lo tanto, no es un ser, no es ángel y ni hombre.

El pecado no se encuadra en el cargo de puerta ancha, además de ser imposible el pecado asumir la posición de cabeza de una generación (Is 59: 2).

Las instituciones humanas también son muchas veces indicadas como puerta ancha, pero una institución está compuesta de varios hombres reunidos en torno a un objetivo.

No es más que una asamblea de personas, de modo que no se ajusta a la figura de puerta ancha.

El mundo no es la puerta ancha, ya que el mundo, en la Biblia, dice de los hombres alienados de Dios regidos por sus pasiones, por la concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y por la soberbia de la vida (Ef 2: 2; : 8).

Por lo tanto, no podemos considerar que la puerta ancha es el diablo, el pecado, el mundo o una institución religiosa.

Hay que considerar que, si la puerta estrecha es un hombre, la puerta ancha necesariamente debe ser un hombre.

Como Cristo, la puerta estrecha, vino al mundo sin pecado, el candidato a la puerta ancha también debe ser un hombre que vino al mundo sin pecado.

Como Cristo es la cabeza de una nueva generación de hombres espirituales, la puerta ancha se refiere a la cabeza de una generación de hombres.

El único hombre que encaja en la figura de la puerta ancha es Adán, pues vino al mundo sin pecado y es la cabeza de una generación de hombres carnales.

¿Cómo puede ser eso?

En la Biblia la puerta es figura que posee diversos significados, pero las figuras de las puertas que Jesús presentó en el Sermón de la montaña dicen de nacimiento, de modo que Adán es la puerta ancha por quien todos los hombres entran en el mundo.

Todos los hombres cuando vienen al mundo (se abren la madre) se generan según la semilla de Adán.

Todos los hombres, excepto Cristo, entraron en el mundo a través de Adán, que es la puerta ancha.

Cristo fue lanzado por el Espíritu Santo en el vientre de María, o sea, desasociado de la semilla corruptible de Adán.

Por Haber sido introducido en el mundo por Dios, Cristo es el último Adán, la cabeza de una generación de hombres espirituales (1 Cor. 15:45).

En otras palabras, Adán es el tipo y Cristo es el antítipo. «Adán la figura y Cristo la realidad» … Adán, el cual es figura (tipo) de aquel que había de venir (antítipo) «(Rm 5:14).

Para estar sujeto a la pasión de la muerte, Cristo tuvo que venir al mundo a semejanza de los hombres (carne del pecado), pero sin pecado (Heb. 2: 9).

Para eso fue introducido por el Espíritu Santo en el vientre de María, pues si fuera generado según la carne, estaría bajo la misma condenación que se abatió sobre la humanidad (Gal 4: 4, 1Juan 3: 9).

Ya en el Edén se anunció que el descendiente vendría de la descendencia de la mujer, en vista de la oposición que habría entre las dos semillas (Gn. 3:15).

Vale destacar que cuando Cristo creó al hombre en el Edén (Hb 2:10), Adán fue creado a imagen y semejanza del Cristo-hombre, y no a la semejanza del Dios invisible y en gloria (Heb. 2: 9).

Adán fue creado a la imagen y semejanza del Cristo-hombre que había de venir al mundo, siendo engendrado en el vientre de María (Rm 5:14), o sea, no la semejanza del Cristo glorificado, pues tal condición Cristo sólo alzó después resucitar de entre los muertos «En cuanto a mí, contemplar tu rostro en la justicia, yo me satisfar de tu semejanza cuando despertar» (Sal. 17:15).

 

La puerta es ancha

La puerta es designada ancha porque todos los hombres, para venir al mundo, necesariamente tienen que entrar por Adán (1CO 15:46).

Jesús deja claro que son muchos que entran por la puerta ancha, y no todos, esto porque Cristo fue excepción a la regla.

Mientras los hombres naturales fueron lanzados en la madre a través de una semilla corruptible, Jesús fue echado en la madre a través de la operación sobrenatural del Espíritu Santo (Sal. 22:10).

Antes de Adán no había desobediencia, pecado o muerte para la humanidad.

Con la transgresión de Adán, entró en el mundo el pecado y la muerte (1.Co 15:21 -22).

A causa de la ofensa de Adán todos sus descendientes se enajenaron de Dios (Sal 53: 3).

La Biblia es clara cuando demuestra que todos los hombres juntos se desviaron, alienaron de Dios.

¿Cómo fue posible a los hombres alienarse de Dios juntamente?

Pero existió un único acontecimiento en el que todos los hombres estaban juntos juntos.

Por interpretación (Heb 7: 2), en el Edén todos los hombres estaban reunidos en el muslo de Adán (Heb. 7:10).

Cuando Él transgredió a todos se convirtieron en transgresores.

Cuando Adán se volvió inmundo, contaminó toda su linaje, pues del inmundo no hay como venir lo puro (Sal 53: 3).

Cuando los hombres se alienaron de Dios?

Se alienaron de Dios en el Edén.

Allí en el Edén pereció el hombre piadoso y todos sus descendientes se volvieron inmundos «Ya ha perecido de la tierra al hombre piadoso, y no hay entre los hombres uno que sea justo, todos arman ciladas para sangre, cada uno caza a su hermano con la red «(Mq 7: 2).

Es en función de la transgresión en el Edén que los hombres se alienan de Dios desde la madre, son generados de una semilla corruptible, la semilla de Adán.

Como consecuencia andan errantes desde que nacen, pues están en un camino que los conduce a la perdición (Sal. 58: 3).

 

El camino de perdición

Después de abrir la madre (nacer), o sea, ‘entrar por la puerta ancha’ el hombre camina un camino específico atado a la perdición.

La parábola muestra que la figura del camino es funcional, pues demuestra que el camino lleva, es decir, conduce a todos los hombres que en él se encuentran a un solo lugar: perdición.

De igual modo, la parábola demuestra que el camino estrecho conduce a todos los hombres que en él se encuentran a la vida, o sea, el camino estrecho tiene como destino un lugar específico: salvación (M 7:13 -14).

El término «conduce» utilizado en la parábola de los caminos presenta la función que el camino desempeña, es decir, conducir a un destino a aquellos que entran por las puertas.

La perdición es el destino del camino espacioso, y la salvación es el destino del camino estrecho.

Como son los caminos que poseen destinos (salvación y perdición), a través de la parábola Jesús excluye cualquier concepto de sina, determinismo o fatalismo cuando al futuro de los hombres.

El término ‘conduce’ evidencia la función del camino, y nada más.

El camino conduce a un destino específico y cierto.

Por ejemplo: la perdición es el destino del camino espacioso, y la vida es el destino del camino estrecho.

La parábola no presenta la salvación o la perdición atada a los hombres, antes la salvación y la perdición se presentaron vinculadas a los caminos.

Nadie viene a Dios si no por Cristo, pues Él es el camino que conduce al hombre a la vida.

De igual modo, nadie va a la perdición si no por el camino espacioso, que conduce a la perdición. Mientras los judíos y los griegos poseían una visión fatalista y determinista del mundo, Jesús demuestra que su doctrina no sigue la concepción de la humanidad.

Jesús no presenta la salvación y ni la perdición con destino de los hombres, sino como destino de los caminos, de modo que el evangelio no sigue las bases de corrientes filosóficas como el fatalismo y determinismo.

¿Por qué es necesario evidenciar esta peculiaridad de los caminos?

Para desmitificar algunas concepciones, pues en algunas civilizaciones antiguas, como la de los griegos, el mundo y sus eventos cotidianos se regir por una sucesión de acontecimientos inevitables y preordenados por un determinado orden cósmico o divinidad.

Tal doctrina afirma que todos los acontecimientos ocurren de acuerdo con un destino fijo e inexorable, sin que los hombres no puedan controlarlos o influenciarlos.

En la mitología griega se tienen las Moiras, tres hermanas que, a través de la Rueda de la Fortuna, determinaban el destino, tanto de los dioses, y de los seres humanos, por lo tanto, el destino sometió a los dioses, que a su vez, a su suerte, sina, fardo.

Además de la cultura grecorromana, tenemos el fatalismo regiendo el estoicismo romano y griego, que por fin influenció la doctrina dicha cristiana de la Divina Providencia.

Divina Providencia se ha convertido en un pensamiento teológico que confiere a la omnipotencia de Dios control absoluto sobre todos los eventos en las vidas de las personas y en la historia de la humanidad.

Tal concepción afirma que Dios decidió y preordenó todos los acontecimientos y nada sucede sin que Dios lo permita.

Otra corriente filosófica, el determinismo, afirma que todo acontecimiento (incluso el mental) es explicado por relaciones de causalidad (causa y efecto).

En la Biblia tales pensamientos, sean mitológicos o filosóficos, no encuentran eco, pues el destino se presenta única y específicamente como el lugar que se llegará después de recorrer un camino.

En la Biblia el término ‘destino’ es empleado en el sentido de lugar, lugar, sin embargo, no implica la idea de preordenación.

«Como también trescientos escudos de oro batido, para cada escudo destinó trescientos ciclos de oro, y Salomón los puso en la casa del bosque del Líbano» (2Cr 9:16).

Cuando se Lee: «Y yo os dirijo el reino, como mi Padre me lo destinó» (Luc. 22:29), no hay nada de determinismo en el sentido filosófico o mitológico, antes de que Jesús indicó que, de la misma manera que Dios reservó el » reino para su Hijo, es cierto que el reino pertenece a los que creen, pues heredarán con Cristo todas las cosas.

Los dos versos anteriores tienen el mismo principio: así como el oro fue preparado en función del escudo, el reino fue preparado para los que creen en Cristo.

Esto no quiere decir que algunas personas fueron destinadas al reino, y otra no, antes que el reino fue preparado para los que creen.

El equivoco de algunos se da en función del lenguaje, pues dejan de considerar que, en la antigüedad, las cosas eran definidas por su función, serventia «Todas las cosas se definen por sus funciones» (Aristóteles, La Política. En el caso de las mujeres.

Cuando leemos: «Porque Dios no nos ha destinado a la ira, sino a la adquisición de la salvación, por nuestro Señor Jesucristo» (1Tes 5: 9), tenemos que considerar que el apóstol presenta la figura del camino estrecho: nuestro Señor Jesucristo.

No verso em comento, o termo ‘destinar’ não foi empregado no sentido de preordenar, e sim, no sentido de reservar.

Como o apóstolo está tratando com os cristãos e trazendo a memória deles a atual condição em Cristo: filhos da luz ( 1Ts 5:5 ), recomenda que deveriam permanecer vigilantes e sóbrios ( 1Ts 5:7 ), revestindo-se do poder de Deus, que é o evangelho ( 1Ts 5:8 ).

Pois agora, diferente do tempo em que estavam nas trevas e eram filhos da ira, os cristãos, em função do caminho que conduz à vida (Jesus Cristo nosso Senhor), alcançaram, adquiriram salvação.

Ou seja, o apóstolo não diz que os cristãos foram predestinados a salvação, antes que, por estar no caminho estreito, o destino agora é de salvação, diferente do caminho espaçoso, que é de ira.

Qual a função de um caminho? Conduzir a um lugar, ou seja, destino certo.

O lugar vincula-se ao caminho sem qualquer conotação de ‘predestinação’, ‘previsão’, ‘preordenação’.

O destino do caminho ligado à porta larga é de perdição, assim como o destino da Rodovia Presidente Dutra é o Rio de Janeiro para quem sai de São Paulo.

Devemos considerar que o Senhor Jesus afirmou que quem tem destino é o caminho ao exortar as pessoas que porfiassem por entrar pela porta estreita.

Deste modo, Jesus demonstra que o viajante não está preordenado, predestinado, etc., à perdição, antes é o caminho que dá em um lugar de perdição.

Diante do alerta de Cristo verifica-se que o viajante pode trocar de caminho, assim como é possível a alguém que está em São Paulo a caminho do Rio de Janeiro pela Rodovia Presidente Dutra pegar a Rodovia Raposo Tavares com destino ao estado do Paraná.

  • “Entrai pela porta estreita; porque larga é a porta, e espaçoso o caminho que conduz à perdição, e muitos são os que entram por ela” ( Mt 7:13 );
  • «Mas ai de vós, escribas e fariseus, hipócritas! pois que fechais aos homens o reino dos céus; e nem vós entrais nem deixais entrar aos que estão entrando» ( Mt 23:13 );
  • «Eu sou a porta; se alguém entrar por mim, salvar-se-á, e entrará, e sairá, e achará pastagens» ( Jo 10:9 );

A porta é espaçosa porque muitos entram por Adão, e o caminho é espaçoso porque todos que são gerados de Adão são conduzidos à perdição. Jesus vinculou a perdição ao caminho, e não aos homens.

Através da parábola fica evidente que o destino vincula-se ao caminho.

O caminho e o destino são fixos e atrelados, porém, o homem é atrelado à porta (nascimento), o que significa que é possível deixar o caminho em que está e passar para o outro.

 

El camino es espacioso

La puerta es espaciosa porque todos los hombres, excepto Cristo, entran por Adán y el camino es espacioso porque muchos hombres son conducidos a la perdición.

En la parábola de los dos caminos Jesús vinculó la perdición al camino, y no a los hombres.

A través de una lectura atenta de la parábola es evidenciado que el destino está atado al camino.

El hombre nace por primera vez según la carne, la sangre y la voluntad del varón, es decir, nace vinculado a la puerta ancha.

No fue Dios quien estableció que el hombre fuera generado en pecado, antes cuando Adán desobedeció, se sujetó a la condición de alienado de Dios (pecado) y arrastró a todos sus descendientes a la misma condición.

La puerta ancha surgió en Adán, que pecó y vendió a todos sus descendientes al pecado, de modo que, al venir al mundo, ningún hombre es libre del pecado.

La entrada de los hombres al mundo por la puerta ancha quedó vinculada al primer padre de la humanidad, pues nacer de la carne es el único medio de que el hombre entre en el mundo «Tu primer padre pecó, y tus intérpretes prevaricaron contra mí» (Is 43 : 27, Los 6: 7).

Para entrar por la puerta ancha el hombre no ejerce elección, así como los que descendían (hijos) de los esclavos no escogían la condición social cuando veían al mundo.

O sea, nadie que entra por la puerta ancha eligió entrar por ella.

La figura es completa en sí misma, pues los caminos poseen un destino cierto e inmutable, pero los hombres no están enganchados a un destino, ya sea perdición o salvación.

En el día a día, si un hombre quiere llegar a un destino, necesariamente tendrá que elegir qué camino tomar, pues el destino está atado al camino.

Si un viajero desea salir de São Paulo con destino a Río de Janeiro, tendrá que recorrer la Ruta Presidente Dutra.

A través de la parábola de los dos caminos es evidente que Dios no predestinó a nadie a la salvación eterna oa la danza eterna.

Cuando un nuevo hombre viene al mundo, necesariamente entra por la puerta ancha y estará en un largo camino que lo conduce a la perdición.

Nadie que entra en El mundo por Adán está predestinado a la perdición, pues es el camino que conduce a la perdición.

La ruta espaciosa tiene un destino, es decir, está acoplado a un lugar.

El lugar que El camino espacioso conduce es de perdición, diferente del camino estrecho, que conduce a la salvación.

Nadie que entra por Adán está predestinado a la salvación, ya que, por haber entrado en el mundo a través de la puerta ancha, está en un largo camino que lo conduce a la perdición.

La concepción de que hay hombres que ven AL mundo predestinados a la salvación deja de considerar que todos son formados en iniquidad y concebidos en pecado, por lo tanto, nacen pecadores y en el camino de perdición.

Pero si hubiera predestinación para la salvación, necesariamente el individuo predestinado no podía venir al mundo por Adán.

Tendría que entrar por otra puerta aparte de Cristo o de Adán, sin embargo, tal puerta no existe.

Para entrar por Cristo, primero el hombre tiene que entrar por Adán, y después de entrar por Adán, sólo es posible entrar en el reino de los cielos haciendo obra que exceda a la de los escribas y fariseos: creer en Cristo, o sea, naciendo de nuevo (Mt 5:20, Jn 3: 3 y Jn 6:29).

Quien nace sólo una vez permanece en el camino espacioso, quien nace de nuevo, o sea, la segunda vez sale del camino de perdición y pasa al camino que conduce a la salvación, que es Cristo.

Salvación y perdición no son destinos preordenados a los hombres antes de nacer, por el contrario, la salvación y la perdición están vinculadas al camino que los hombres trillan después de entrar por las puertas.

Los hombres acceden a las puertas una a la vez y en el siguiente orden: primero la puerta ancha, después la estrecha. Si entra por Adán, estará en un camino de perdición, si por Cristo, en un camino de salvación.

 

Muchos entran por La puerta ancha

Cuando nacen los hombres están en un camino de perdición (excepto Cristo), pero se les concede la oportunidad de entrar por la puerta estrecha.

Todos los hombres entran por La puerta ancha y, para recibir la salvación, necesitan entrar por otra puerta, de modo que, para alcanzar la vida eterna, los hombres deben pasar por dos puertas, es decir, por dos nacimientos.

Como ya afirmamos, el destino de un camino es inmutable, o sea, si hay alguna especie de fatalismo o determinismo expresado en el cristianismo, recae única y exclusivamente sobre el camino, jamás sobre los viajeros.

Todos los hombres entran en este mundo por Adán, y ninguno de ellos está predestinado a la salvación.

La Biblia demuestra que todos los que entran por Adán recorren un largo camino que los conduce a la perdición.

Los dos caminos están acoplados a lugares específicos (destinos) e inmutable.

Como La perdición (destino, lugar) está ligada al sendero espacioso, y no a los hombres, Jesús hace una invitación solemne, verdadera y real a todos los hombres nacidos de Adán: «Entra por la puerta estrecha» (MT 7:13) .

Tal invitación demuestra que es posible cambiar del camino con destino a la perdición para el nuevo y vivo camino cuyo destino es la vida eterna.

La puerta ancha es figura de nacimiento natural y la puerta estrecha del nuevo nacimiento.

La puerta ancha detrás AL mundo almas vivientes y la puerta estrecha detrás de hombres espirituales.

El nuevo nacimiento dice de una nueva generación proveniente de la semilla incorruptible (palabra de Dios), diferente del nacimiento natural, que es consecuencia de la semilla corruptible (1 P. 1:23).

En esta parábola, puerta es lo mismo que el nacimiento, de modo que todos los que nacen de Adán, son carnales y siguen por un camino que conduce a la perdición.

Igualmente, todos los que entran por Cristo, nacen de nuevo, están en un camino estrecho que los conduce a Dios.

Jesús dijo: – «Yo soy la puerta»! «Yo soy El camino». Primero El hombre entra en este mundo por Adán, después es necesario entrar por Cristo, naciendo de nuevo del agua y del Espíritu.

Cristo es el camino que conduce al hombre a Dios.

Cristo es el camino que tiene salvación como destino.

Cualquiera que entra por Él está en el camino que lo conduce única y específicamente a Dios.

El camino es estrecho porque pocos entran por Cristo, y el camino es ancho porque son muchos que entran por Él.

No es comportamiento, moral o carácter que califica la anchura del camino, sino la cantidad de acceso.

 

Cambio de camino

Cómo salir Del camino largo y entrar en el camino estrecho?

Para El hombre nacer de nuevo, primero es necesario tomar sobre sí su propia cruz y seguir después de Cristo, o sea, para nacer de nuevo primero es necesario morir (Col 3: 3).

Sin morir es imposible nacer de nuevo «Ya estoy crucificado con Cristo, y vivo no más yo, pero Cristo vive en mí, y la vida que ahora vivo en la carne, la vive en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí «(Gal. 2:20; Rm 6: 6).

Es evidente que entre los nacidos de Adán no hay nadie predestinado a la salvación, ya que, si no nace de nuevo, no entrará en el reino de los cielos.

El que entra en los cielos es la nueva criatura, porque la vieja generada en Adán es crucificada y muerta, evidenciando que es imposible que los generados en Adán hereden la salvación.

Si alguien generado de la semilla de Adán fuera predestinado a la salvación, no necesitaría morir con Cristo.

Pero si es necesario morir con Cristo, evidentemente nadie es predestinado a la salvación.

Si hubiera predestinación para la salvación, seguramente el hombre no sería sujeto a la muerte: ni la física, ni la muerte con Cristo.

El hombre que hereda la salvación no es lo mismo que vino al mundo, el hombre que vino al mundo sólo se aprovecha el barro, la masa, sin embargo, se da un nuevo corazón y un nuevo espíritu.

Cuando el hombre muere con Cristo, el vaso de deshonra es quebrado y hecho un nuevo vaso de honor de la misma masa.

Es por esta peculiaridad que es imposible al hombre generado de Adán haber sido predestinado a la salvación, pues es necesario un nuevo nacimiento, una nueva creación, un nuevo padre de familia, un nuevo corazón y un nuevo espíritu «O no tiene el alfarero poder sobre el barro, para de la misma masa hacer un vaso para el honor y otro para deshonra? (Rm 9:21).

El hombre puede asumir dos condiciones: La de perdido, pues cuando nace según la carne es hombre natural, vieja criatura, viejo hombre, viejo ‘yo’, carnal, terreno, etc., y: la de salvo, pues cuando nace de nuevo, crucificó la vieja naturaleza y fue de nuevo creado en verdadera justicia y santidad.

Si la vieja criatura es crucificada y muere cierto es que tal individuo no fue predestinado a la salvación.

Vuelve a repetir, si El hombre fuera predestinado a la salvación no sería necesario morir para ser engendrado un nuevo hombre.

El nuevo hombre es creado en verdadera justicia y santidad, diferente del viejo hombre que fue engendrado en iniquidad y en pecado (Sal 51: 5).

El nuevo hombre posee un nuevo corazón y un nuevo espíritu, por lo tanto, no tiene vínculo con el viejo hombre que heredó un corazón de piedra.

El viejo hombre no fue predestinando a La salvación, pues es necesario a todos los que se salvan crucificar la vieja naturaleza con sus concupiscencias (Gálatas 5:24).

La Idea de que Dios predestinó a algunos hombres a La salvación y otros a la danza eterna antes de venir al mundo no coincidían con el posicionamiento de la Biblia, pues si así fuera, los hombres generados de Adán predestinados a la salvación no tendrían que ser crucificados,

«Ya estoy crucificado con Cristo, y vivo nas más yo, pero Cristo vive en mí, y la vida que ahora vivo en la carne, la vive en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo incluso por mí «(Gal. 2:20).

Como es imprescindible la crucifixión con Cristo, ciertamente no hay predestinación de individuos a la salvación.

Como es imprescindible morir y renacer, ciertamente el hombre salvo no es el mismo que nació según la carne y la sangre (Juan 1:12 -13).

La predestinación que La Biblia presenta es para ser hijo por adopción, difiere mucho de la idea de predestinación para la salvación (Ef. 1: 5).

¿Qué significa que Es predestinado para el hijo por adopción? Que cualquiera que entrar por Cristo y perseverar en Ella no tendrá otro destino: será uno de los hijos de Dios (Rm 8:29).

Todos que entran por la puerta estrecha, que es Cristo, conocen a Dios, o antes, fueron conocidos de Él (conocer = convertirse en un solo cuerpo, comunión íntima).

Para que Cristo fuera alzado a La posición de primogénito entre muchos hermanos después de morir y resurgir (una vez que fue introducido en el mundo siendo el Unigénito de Dios), todos los que entraron por Cristo fueron predestinados a ser hijos de Dios,

«Porque los que antes conocieron también los predestinó para ser conformes a la imagen de su Hijo, a fin de que él sea el primogénito entre muchos hermanos» (Rm 8:29).

Sin La iglesia, La asamblea de los primogénitos, no habría como Jesús ser primogénito entre muchos hermanos.

En función Del propósito de hacer a Cristo preeminente en todo, Dios creó una nueva categoría de hombres semejantes a Cristo, siendo Él La cabeza.

Para el primogénito ser preeminente, hay la necesidad de hermanos semejantes a Él en todo. Entre sublimes, Cristo es muy sublime.

Es en este sentido que Dios predestinó a los que conocieron a Cristo para ser hijos por adopción, asunto diverso de la idea de predestinación para la salvación (Ef. 1: 5).

31-Todas las veces que El apóstol Pablo aborda La cuestión de la predestinación, lo hace en conexión con la filiación divina, de modo que cualquiera que entra por Cristo, inexorablemente será hijo de Dios.

No hay otro destino, o destino para aquellos que entran por Cristo: son hijos por adopción, por tanto, santos e irreprensibles.

Una mala lectura de las Escrituras que desprecia El hecho de que la salvación no sea la misma filiación divina llevará al lector a considerar el término predestinación aplicable a la salvación ya la perdición, el equivoco ocurre y puede alcanzar la salvación sin, a condición de semejante a Cristo , la Iglesia.

Los hombres salvos en El milenio no formarán parte de la iglesia, no serán hijos por adopción y ni serán semejantes a Cristo.

La Biblia demuestra que, además de ser salvos de La condenación establecida en Adán, por ser el cuerpo de Cristo, los que creen alcanzaron la posición de semejantes a Cristo, hijos de Dios, participantes de la asamblea de los primogénitos, para que Cristo sea el mismo primogénito y tenga la preeminencia entre muchos hermanos.

La condición de los miembros del cuerpo de Cristo en la plenitud de los tiempos (Gal 4: 4), la iglesia, es completamente distinta de los salvos en otras épocas.

El gran diferencial está en el aspecto filiación. Mientras los salvos a parte de la iglesia son contados como hijos de Israel, los cristianos son contados como hijos de Dios, pues así como Cristo es, los cristianos lo ver y serán semejantes a Él.

A causa de esta condición, a saber: la de semejantes a Cristo, se dará a la iglesia la autonomía de juzgar a los ángeles (1Co 6: 2-3).

 

El equilibrio entre las figuras

Hay equilibrio entre los elementos que componen las figuras de las dos puertas y de los dos caminos.

Por ejemplo: Como Cristo es la cabeza de una generación de hombres espirituales (siervos de la justicia), y es la puerta estrecha; la puerta ancha también se refiere a la cabeza de una generación de hombres, pero de hombres carnales, siervos del pecado.

Para comprender mejor la figura de las dos puertas, es esencial comprender que en Cristo, Dios establece su justicia, de modo que, por la desobediencia del primer Adán, la pena de muerte fue impuesta y todos murieron y, por la obediencia del último Adán, la resurrección vino, por lo tanto, todos los que creen son vivificados (2 Co. 15:21 -22).

Pero si la justicia está en la obediencia de Cristo y la injusticia en la desobediencia de Adán, la justicia de Dios es sustitución de acto: obediencia en lugar de la desobediencia.

Los nacidos de La desobediencia son hijos de La ira, de la perdición; ya los hijos de la obediencia son hijos de Dios.

La relación que hay entre Jesús y Adán es nítida en Romanos 5, versos 14 al 19:

«Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre aquellos que no habían pecado a semejanza de la transgresión de Adán, el cual es la figura de aquel que había de venir. Pero no es así el don gratuito como la ofensa. Porque si por La ofensa de uno murieron muchos, mucho más la gracia de Dios, y el don por la gracia, que es de un solo hombre, Jesucristo, abundó sobre muchos. Y no fue así El Don como la ofensa, por un solo que pecó. Porque El juicio vino de una sola ofensa, en verdad, para condenación, pero el don gratuito vino de muchas ofensas para justificación. Porque, si por La ofensa de uno solo, la muerte reinó por él, mucho más los que reciben la abundancia de la gracia, y del don de la justicia, reinar en vida por uno solo, Jesucristo. Así como por una sola ofensa vino el juicio sobre todos los hombres para condenación, así también por un solo acto de justicia vino la gracia sobre todos los hombres para justificación de vida. Porque, como por La desobediencia de un solo hombre, muchos fueron hechos pecadores, así por la obediencia de un mucho serán hechos justos». 

Cuando observamos a los hombres: Adán y Cristo, respectivamente, tenemos la figura y la imagen exacta. Mientras éste trajo la muerte, ése la vida. Mientras Adán es el primer hombre, Jesús es el último Adán. Mientras Adán, que estaba vivo, trajo la condenación en la muerte, Jesús murió y trajo la redención (1 de 15:45 -47).

 

El Destino (ES Acoplado Al Camino, No a Los Hombres.)

A través de las figura de los dos caminos se constata que los caminos permanentemente están enganchados a un lugar, un destino.

A través de la figura de las dos puertas, que los hombres están ligados a una condición derivada de su nacimiento: carnal o espiritual.

Dios no cambiará el destino de los caminos (salvación y perdición) y ni la condición derivada del nacimiento (pecado y justicia), es decir, hay lugar de perdición y lugar de descanso y, perdidos y salvos.

Pero, como la condición de nacimiento puede ser alterada, Dios ruega, por sus embajadores, que los hombres porfien por entrar por la puerta estrecha.

«Porfié por entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos procurar entrar, y no podrán» (Lc. 13:24);

«De suerte que somos embajadores de parte de Cristo, como si Dios por nosotros rogara». «Rogad, pues, de parte de Cristo, que os reconciliar con Dios» (2 Cor. 5:20). 

El mensaje de los embajadores de Cristo es de reconciliación (2 Cor. 5:18).

En la reconciliación hay oportunidad, y no preordenación.

En Dios hay libertad, pues la libertad es pertinente al Espíritu de Dios.

Si hay libertad ante el espíritu que concede vida, cierto es que nada fue preordenado en cuanto al futuro de los hombres, evidenciando así la soberanía y la justicia de Dios que a nadie oprime «al Todopoderoso no podemos alcanzar, grande es en poder pero a nadie oprime en juicio y grandeza de justicia «(Job 37:23).

El hombre sin Cristo está separado de Dios en función del camino, y no en función de un destino, sina, fado, preordenación, etc. «Porque el SEÑOR conoce el camino de los justos; pero el camino de los impíos perecerá «(Salmo 1: 6); «Y tus oídos oirán la palabra de lo que está detrás de ti, diciendo: Este es el camino, andad en él, sin desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda» (Is 30:21)

Claudio Crispim

É articulista do Portal Estudo Bíblico (https://estudobiblico.org), com mais de 360 artigos publicados e distribuídos gratuitamente na web. Nasceu em Mato Grosso do Sul, Nova Andradina, Brasil, em 1973. Aos 2 anos de idade sua família mudou-se para São Paulo, onde vive até hoje. O pai, ‘in memória’, exerceu o oficio de motorista coletivo e, a mãe, é comerciante, sendo ambos evangélicos. Cursou o Bacharelado em Ciências Policiais de Segurança e Ordem Pública na Academia de Policia Militar do Barro Branco, se formando em 2003, e, atualmente, exerce é Capitão da Policia Militar do Estado de São Paulo. Casado com a Sra. Jussara, e pai de dois filhos: Larissa e Vinícius.

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