El buen ánimo es una orden de Cristo, y esta debe ser una de las características de los cristianos en este mundo. Los que creen en Cristo no deben preocuparse (Juan 14: 1). Las aflicciones de este mundo presente son ciertas, sin embargo, no deben compararse con la gloria del mundo venidero, en el que ustedes participan.


Victoria sobre el mundo

Para recapitular: Fuiste resucitado y ahora eres parte de la familia de Dios como un hijo, sin embargo, es Su voluntad que no te saquen del mundo. “No te pido que los quites del mundo, sino que ellos te libren del mal” (Juan 17:15). Ante este mundo el orden de Cristo es claro: ¡anímate, he vencido al mundo! (Juan 16:36).

Lo sabemos “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo unigénito…” (Juan 3:16), para que todo aquel que crea en Cristo no perezca y obtenga la vida eterna. ¿Qué mundo amó Dios? Dios amó a la humanidad, es decir, amó a todos los hombres nacidos de Adán sin distinción (humanidad = mundo).

Eras una de las personas a las que Dios amó tanto, y Cristo fue entregado para que no perezcas, ya que este sería el fin de la humanidad, debido a la semilla corruptible de Adán.

Ahora, porque estás en Cristo, ya no eres parte de la humanidad que está perdida. “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:16). Dios amó a todos los hombres, y los que creyeron fueron creados de nuevo como hombres espirituales y dejaron de pertenecer al mundo de Adán.

Creiste, naciste de nuevo y te volviste participante de la naturaleza y de la} familia de Dios. Dejaste de ser el hijo de Adán y te convertiste en el hijo de Dios en Cristo (el último Adán), un hombre espiritual.

Cristo, antes de ser crucificado, oró al Padre diciendo: “No te pido que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15). Es decir, Jesús estaba a punto de ser sacado de este mundo, pero los que creyeran en él no serían sacados de este mundo. Esto muestra que, aunque todavía no te han sacado de este mundo, ya no perteneces a él (el mundo).

Eres propiedad exclusiva de Dios, sellada con el Espíritu Santo prometido: “… que es la garantía de nuestra herencia, para la redención de la propiedad de Dios, en alabanza de su gloria” (Efesios 1:14).

Aunque todavía no te han sacado del mundo, ya has escapado de la corrupción en él.

“Por el cual nos ha dado grandes y preciosas promesas, para que por ellas seáis partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que por la concupiscencia hay en el mundo” (2Pe 1: 4).

Siempre recordando “… que somos de Dios, y que el mundo yace en el maligno” (1 Juan 5:19).

Jesús le pidió al Padre que no fuera quitado del mundo y que se le mantuviera libre del mal. De esta manera, confía también en que es Jesús quien te mantiene intacto del maligno (1 Juan 5:18).

Jesús venció al mundo y tú eres partícipe de esta victoria. Sin embargo, esto no significa que mientras estés en este mundo seas inmune a las aflicciones.

“Les he dicho esto para que tengan paz en mí; en el mundo tendréis aflicciones, pero ánimo, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

El buen ánimo es una orden de Cristo y esta debe ser una de las características de quienes creen en él. Aquellos que creen en Cristo no deben ser molestados cuando encuentran problemas en esta vida (Juan 14: 1). Las aflicciones de este mundo son ciertas, sin embargo, no son ni de lejos comparables a la gloria del mundo venidero, en el cual ustedes participan.

Venciste al mundo cuando pertenecías a la familia de Dios “Hijitos, ustedes son de Dios y ya los han vencido; porque lo que hay en vosotros es mayor que lo que hay en el mundo” (1 Juan 4: 4).

¡Eres más que un ganador para el que te amó (Rom. 8:37)!

Sin embargo, hay un mensaje de alerta: “No amen al mundo ni al mundo…” (1 Juan 2:15). Sabemos que Cristo es la propiciación por los pecados del mundo entero, quien lo acepta es porque lo ama y ama al que lo engendró.

Quien cree en Cristo hace la voluntad de Dios, es lo mismo que amar a Dios. El que ama a Dios no ama al mundo y no es del mundo, es decir, porque ha hecho la voluntad de Dios, que es creer en el que envió, no amas al mundo. Pero para los que no aman al mundo (los que creen en Cristo), queda no amar lo que hay en el mundo.

Para no amar lo que hay en el mundo, debes seguir la recomendación del apóstol Pablo: “Y los que usan este mundo, como si no abusasen de él, porque la apariencia de este mundo pasa” (1 Corintios 7:31). “Ahora el mundo pasa, y sus concupiscencias…” (1 Juan 2:17), pero permanecerás para siempre con Cristo.

Cuando nació de Dios, conquistó el mundo y comenzó a vivir en el espíritu. Por lo tanto, el que vive en el espíritu (evangelio), también debe caminar en el espíritu. “Porque todo aquel que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5: 4).

Tienes fe (reposo) en Dios, y por eso ya has vencido al mundo. Tal victoria fue otorgada a través del evangelio de Cristo, la fe que vence al mundo. Ahora, te queda caminar entre los hombres de una manera digna de la vocación que has sido llamada. Es decir, no camine (se comporte) más como lo hacen otros gentiles, cometiendo todo tipo de disolución y desvergüenza (Efesios 4: 1, 17).

Claudio Crispim

É articulista do Portal Estudo Bíblico (https://estudobiblico.org), com mais de 360 artigos publicados e distribuídos gratuitamente na web. Nasceu em Mato Grosso do Sul, Nova Andradina, Brasil, em 1973. Aos 2 anos de idade sua família mudou-se para São Paulo, onde vive até hoje. O pai, ‘in memória’, exerceu o oficio de motorista coletivo e, a mãe, é comerciante, sendo ambos evangélicos. Cursou o Bacharelado em Ciências Policiais de Segurança e Ordem Pública na Academia de Policia Militar do Barro Branco, se formando em 2003, e, atualmente, exerce é Capitão da Policia Militar do Estado de São Paulo. Casado com a Sra. Jussara, e pai de dois filhos: Larissa e Vinícius.

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